Capítulo: La Flaca en el hospital

Todos los días a las 6:00 am de la mañana, entra a la habitación de la Flaca la enfermera del turno de la noche para sacarle una muestra de sangre y así poder seguir chequeando como va respondiendo su cuerpo y sus órganos a la realimentación. La Flaca, media dormida aún, saca el brazo que se encuentra libre de catéter (ya que el que sí está con este, se encuentra muy inflamado y adolorido por estar conectado a un concentrado vitamínico intravenoso) y deja que la pinchen donde sea que les resulte más cómodo, fácil y rápido. Siempre les cuesta un poco poder encontrar las venas de la Flaca e incluso, una vez que las encuentran, resulta complejo hacer que la sangre fluya o sea bombeada con suficiente fuerza hacia los tubos de muestra. Realmente su corazón está muy sobre exigido y agotado.

Una vez finalizado esto, la Flaca vuelve a meter el brazo adolorido y todo agujereado debajo de las sabanas, y trata de dormir un poco. Esto es imposible, ya que, al poco rato después, entra a la habitación una de las tens de turno para hacerle el chequeo matutino. Le toma la presión con una banda de niños para que logré ajustarse bien a sus delgados brazos. Le pincha un dedo para ver los niveles de azúcar y le toma la temperatura. Para esto último, la Flaca ya tiene toda una técnica aprendida: como no puede sujetar bien el termómetro en su axila, debido a lo delgada que está (es decir, no tiene grasa ni carne suficiente en esa zona para sostener nada; es solo un hoyo huesudo), la Flaca lo que hace es ponerse de costado hacia el lado de la axila en donde tiene el termómetro. Así deja que su propio peso y el poder de la gravedad haga lo suyo.

Luego de que la tens sale de la habitación la Flaca intenta dormir un rato más, pero ya no puede. Comienza a pensar en su desayuno y en las casi dos horas que faltan aún para que se lo traigan. Las horas que hay entre la última comida del día anterior y la primera del día siguiente que tiene la Flaca son muchas y muy largas, así que es natural que apenas se despierte, sienta hambre y, porque no, un poco de ansiedad.

Su abuela, que se ha quedado con ella por esta noche (por lo general es su madre, pero esta noche ha sido la abuela la elegida para quedarse), se ha despertado también y comienza a hablar ávidamente sobre el calor que hace en la pieza, en las ganas que tiene de ir al baño y en lo amorosas que son las enfermeras y las tens. La abuela de la Flaca es todo un personaje y eso hace que ella la quiera y la aprecie aún más, porque es una persona única en su especie. Ya, para qué estamos con cosas, ¡Es la mejor abuela de la VIDA! Aunque en algunos momentos puede ser un poco irritante por su constante conversación consigo misma, es una muy buena mujer, y luego de haber cuidado ya tantas veces a su esposo (el querido Tata de la Flaca) en el hospital, ya posee una cierta expertis y soltura en el trato con los funcionarios y doctores del hospital (o de los hospitales en general). Se sabe todas sus mañas y se desenvuelve en éste como si fuera su segunda casa. Eso le da mucha tranquilidad a la Flaca.

El desayuno siempre se tarda un poco más en llegar. Debería estar a las 8:30 am pero siempre llega tipo 8:35 u 8:40. Esos minutos de más estresan a la Flaca, ya que es muy preocupada con cumplir sus horarios con exactitud, considerando además que el fármaco, Clotiazepam (ansiolítico que la ayuda a poder enfrentarse con más tranquilidad a los alimentos), debe tomarse media hora antes de cada comida, y a ella le carga pasarse de ese rango de tiempo. El desayuno, al llegar, es maravilloso. La Flaca hace tanto tiempo que no come comida real ni alimentos que la satisfagan que, a pesar de que la comida de hospital es desabrida y de que no tienen muchas opciones de tipos de alimentos, se siente profundamente agradecida y reconfortada cuando ésta llega, aunque muchas veces ella trate de ocultarlo. Come con lentitud porque se cansa: su corazón y su respiración se ven exigidas al realizar esta actividad. Los doctores dicen que es normal sentir ese agotamiento durante el inicio de éste proceso de alimentación: su cuerpo se está readecuando a la actividad del comer. Pero a pesar de este cansancio, come alegre y con ganas de comer, incluso hasta hay veces en que queda con hambre. Qué extraño es para ella el volver a reencontrarse con esa sensación.

Su desayuno se compone de dos triángulos de pan blanco (alimento al cual la Flaca le tenía pavor antes de internarse, pero que aquí en el hospital ha debido hacerse a la idea de simplemente comérselo), una porción de quesillo, un potecito pequeño de mermelada, una taza de leche con té y un yogur. Lo disfruta con lentitud mientras mira la televisión junto a su abuela, quien ya ha ido a buscar su propio desayuno para poder acompañar a su nieta a comer. La Flaca goza de comer acompañada de alguien o incluso de saber que hay alguien más comiendo con ella. No entiende bien el por qué eso la tranquiliza.

Terminado el desayuno se dispone a ducharse, pero antes trata de ir al baño. Y con eso me refiero a que sí, trata de hacer del Nº dos, y como ya hemos visto en aventuras pasadas, éste un gran obstáculo en su día. Por alguna razón que no entiende, y considerando toda la comida que está ingiriendo en el hospital, no puede ir al baño, es como si su intestino estuviera dormido y no quisiera moverse para no gastar nada de lo que consume. Por lo menos así lo imagina ella. Hoy tampoco ha podido "obrar", como bien dice su abuela.

Las duchas son incómodas pero reconfortantes. Incomodas porque debe hacerlo con la ayuda de su abuela y de una enfermera, ya que sus brazos están inflamados por tantos pinchazos, los cuales, junto al catéter, hacen que le duelan mucho, y reconfortantes porque le sirve para sacarse la embriaguez de las sabanas y de la camilla donde duerme.

Luego tiene un tiempo libre antes de su siguiente colación, así que conversa un rato con su abuela de cualquier cosa o banalidad de la vida. Tienen su rato de Small Talk. La Flaca disfruta mucho de pasar tiempo con su abuela. ¿Ya dije que es la mejor abuela de la VIDA? Bueno, lo es. Es muy chistosa además, pero no porque se tire muchos chistes, sino porque su forma de ser es muy particular y única.

Al poco rato pasa el equipo de médicos internistas a chequear cómo se encuentra la Flaca hoy y como va avanzando en su tratamiento. Todos los doctores son jóvenes, y aunque la Flaca está enferma y sienta su cuerpo cansado y dañado, no deja escapar esta oportunidad, y no escatima en coquetería. Oye si ya estoy aquí, en algo me tengo que entretener, dice constantemente a su abuela y a quienes la visitan. Hay un doctor en particular, del sector de la UTIN (Unidad de Tratamientos Intermedios; sector al que la derivan una vez que los médicos deciden que es lo mejor para tenerla más controlada debido a la severidad de su desnutrición) que le gusta mucho. Todos se ríen cuando él entra porque la Flaca sin ningún escrúpulo le habla y se deja revisar cómodamente por él. Incluso le dice que es actriz y trata constantemente de mirarle a los ojos. O sea, no voy a mentir. Está muy gueno ese doctor. En mirar no hay pecado y si salgo con marido de acá no estaría mal, les dice a todos.

Una vez que los doctores se van. Llega la colación de media mañana que por lo general es una fruta, y al poco tiempo de terminársela, entra en la habitación el otro equipo de doctores, el de nutrición, para hacerle también un chequeo de su tratamiento. Este equipo eso sí, está formado principalmente por mujeres, y aunque la Flaca no se cierra a la posibilidad de que le pueda gustar una mujer en algún momento de su vida, sabe que ése momento no és éste momento. Hablan un poco de las calorías que va consumiendo por día y cómo las va recibiendo su cuerpo. Luego de que se van, llega al poco rato solo la nutricionista, encargada de ver bien las minutas, y le pregunta a la Flaca, dentro de los parámetros que dejan indicados las nutriólogas, qué cosas le gustaría comer. Ella ya sabe que la Flaca es vegetariana, así que respeta esa decisión y le pregunta si no tiene problemas con las comidas opcionales (que son principalmente tortillas de distintos tipos) para adquirir la proteína que necesita.

Entremedio de todo ese ajetreo, llegan las tens y las enfermeras de turno, las cuales se presentan, y se disponen a chequear nuevamente a la Flaca para ver que todos sus signos vitales se encentren bien y estables (esto lo van haciendo cada dos horas). La Flaca además del catéter que tiene enchufado a su brazo, por donde le inyectan un denso complejo vitamínico, está conectada a unos dispositivos, que no tiene la menor idea de cómo se llaman, que van en su pecho para seguir la actividad de su corazón. Debido a esto, siempre es un poco incómodo cuando llegan a revisarla.

Más tarde, llega el almuerzo. A la Flaca ya le han dado media hora antes su Clotiazepam, y se dispone a disfrutar de sus alimentos. Por lo general, es arroz o fideos o papas, con una tortilla de acelgas o zanahorias, con un poco ensalada y fruta de postre. Como ya dije, la comida no es la mejor que haya comido, pero la Flaca, a causa de su hambre, la que podríamos denominar como "ancestral", por pasar tanto tiempo sin comer de manera apropiada (prácticamente comía aire la mayor parte del día), la disfruta a concho y siente un profundo agradecimiento a través de su cuerpo por poder tener la posibilidad de comer comida de manera más recurrente y rutinaria, sin pasar tanta hambre entre una y otra.

Una vez terminado el almuerzo, la Flaca alcanza a reposar solo unos minutos antes de que pasen, esta vez, el equipo de psiquiatría, quienes también le hacen un chequeo para saber cómo está. Aquí por lo general tienden a demorarse un poco más porque hablan en privado con la Flaca para que ésta les cuente cómo se ha estado sintiendo en este proceso y como ha estado recibiendo, mental y emocionalmente, el tratamiento. Luego salen a hablar con los padres de la Flaca (los que han llegado tipo hora de almuerzo para hacerle compañía y darle un relevo a abuela), para comentar su opinión médica respecto a su caso. Aquí la Flaca no tiene idea de lo que hablan, pero supone que no debe ser muy distinto de lo que le han dicho a ella. Vale decir que estos doctores tampoco causan gran revuelo atractivo y sexual hacia la Flaca. Así que sí o sí, su number one en la lista de los doctores más hot del hospital, sigue siendo aquel médico internista del sector de la UTIN. ¿Tendrá novia?

Como a media tarde llegan visitas. Amigos y amigas, tíos y tías, primos y primas de la Flaca que vienen a visitarla para saber cómo está y para hacerle compañía en estos momentos difíciles. Esto le agrada mucho a la Flaca porque se entretiene hablando con todes, pero en cierto punto se agota y siente como su cuerpo (que se está reeducando en digerir alimentos) se llena de aire de tanto hablar y se hincha. Pero le hace bien recibir visitas. La hacen sentir importante para quienes la rodean, y no por un tema narcisista, sino más bien ella lo ve como una inspiración para tomar consciencia de que si los otros la aman tanto, ella también debe amarse a sí misma y ser lo suficientemente fuerte para salir adelante y salvarse, salvarse a sí misma.

Ya han pasado las tens y las enfermeras por lo menos unas dos veces más a revisar sus signos vitales. Esto es tan rutinario que la Flaca a veces cree que puede ser un poco innecesario que se haga con tanta frecuencia.

Una vez que las visitas se marchan, la Flaca tiene tiempo de regalonear junto a sus padres y su abuela. Se deja cuidar y ser amada por ellos quienes están muy preocupados por su condición, aunque lo traten de disimular lo más posible.

La once llega y ésta es bastante similar al desayuno en cuanto a su composición. La Flaca nuevamente la disfruta y se deja cuidar por su madre quien, como si se tratara de un bebé, siempre le pone una servilleta enganchada al cuello de la camisola del hospital para que no se vaya a chorrear. La Flaca no entiende muy bien el por qué, pero le gusta que su madre haga ese gesto hacia ella, aunque sea una actitud de niña chica.

Muy seguida de la once viene una pequeña colación antes de la cena, que corresponde a un postre de leche que, a diferencia de las otras comidas del hospital, sí son muy ricos. Luego la Flaca se levanta al baño para poder hacer del Nº uno, y nuevamente debe hacerlo con ayuda de su madre o de su abuela, quienes le desconectan las cosas que tiene en el pecho y la ayudan a llevar el aparato que dispensa el complejo vitamínico a través del catéter hacia el baño. Con dificultad la Flaca se sienta y, luego, trata de secarse y lavarse las manos lo mejor que puede.

Antes de la cena, pasa la kinesióloga quien le realiza unos ejercicios en la cama para evitar que se formen escaras o trombos en el cuerpo de la Flaca debido al reposo. También, por lo general, la sacan a caminar un par de vueltas por el pasillo de afuera de su habitación. Es ahí cuando la Flaca se da cuenta qué tan cansado y dañado está su cuerpo, ya que, con un movimiento tan diminuto y tranquilo como caminar lentamente, queda exhausta.

La cena llega al poco rato y ésta consiste básicamente de lo mismo del almuerzo. Lo entretenido de este momento, es que junto a su madre (quien ya ha relevado a su abuela para pasar la noche en el hospital), ven un capítulo de la teleserie Isla Paraíso. La Flaca hace muchos años que no ve ni se interesa por las teleseries de canales nacionales, pero en estas circunstancias, la está disfrutando mucho, no tanto por la trama en sí, sino que porque la ve junto a su madre. Es como una actividad que hacen juntas, y ha pasado tanto tiempo desde que eso no era posible, que la Flaca siente un goce infinito de poder realizar ésta ahora junto a su madre.

Luego de un par de chequeos más realizados por las tens y las enfermeras (ahora de parte de las del turno de la noche), viene la última colación de la Flaca que corresponde a un yogur. Terminado este, la Flaca va una vez más al baño a hacer del Nº uno (a estas alturas de la jornada ya ni intenta hacer del Nº dos; se da por vencida), y se dispone a dormir. Su madre la arropa lo que más puede, ya que la Flaca es muy friolenta, y la ayuda a acomodar bien su brazo conectado con el catéter para que no le duela ni le pase a rozar con las sábanas. La besa en la frente. Ambas se dicen te quiero, te quiero mucho, pero en la mente, y se disponen a dormir. Mañana se viene la misma rutina: hay que seguir avanzando: ya no hay vuelta atrás en este proceso.

(*Algunas noches, sobre todo las primeras, la Flaca se despertaba entremedio sintiendo hambre y con una molesta sensación de vacío en su estómago. Esto muchas veces desconcertaba a la Flaca ya que no podía entender, cómo si ahora estaba comiendo más y mejor, pudiese sentir hambre. Pero al mismo tiempo ella se lo explicaba de la siguiente manera: como mi cuerpo está reeducándose a comer más y más seguido, me empieza a pedir más comida más seguido porque lo necesita. Puede que no hubiese sido la explicación más exacta, pero al menos a la Flaca le ayudó verle así. Es desconcertante despertarse a media noche con hambre. Muchas veces la Flaca sentía que hasta tiritaba un poco de tanta incomodidad y dolor que tenía de sentir esa hambre y ese vacío en el estómago, y de saber que faltaban horas aún para que llegara el desayuno, el cual, además, como recuerdan, siempre se demoraba unos minutos más. Esperaba unos minutos sumida en la oscuridad de la pieza, escuchando a su madre roncar, hasta que finalmente podía conciliar el sueño nuevamente).

(** Vale decir, que también el sueño de la Flaca se veía interrumpido en la noche por estos controles y chequeos de las tens y las enfermeras del turno de la noche, que seguían yendo cada dos horas a revisar los signos vitales de la Flaca).

© 2020 Fernanda Cancino Espinosa. Todos los derechos reservados. Foto por Andrés Orosco.
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