Capítulo: Un día de Flaca

La Flaca se levanta todos los días de manera puntual a las 7:30 am, así ha sido desde que comenzó el Da Real tratamiento de su desorden alimenticio. Bueno, ahora en estas últimas semanas, como ya ha logrado más avances en este, está pudiendo levantarse de manera menos exigente, a las 8:00 am.

Se levanta, va al baño. Orina como si no hubiera un mañana y siente un tremendo placer al vaciarse de todo eso. Aún disfruta de sentir su cuerpo vacío. Luego, trata por un par de minutos de hacer del Nº2, o de "obrar" como diría su abuela. No puede. No, no puede. No hay caso. Lleva dos meses de hospitalización domiciliaria con una minuta alimenticia contundente y llena de fibra, y un montón de otras cosas que antes no estaba consumiendo, pero sigue sin poder regular su digestión. Literalmente, es como si tuviera mierda dentro todo el tiempo.

Vuelve al lado de su madre que aun duerme (ahora duerme en la pieza con ella como parte de controlar el tratamiento y de evitar que haga mucha o cualquier actividad física), y se pone a rezar sus oraciones diarias, las cuales son bastantes y bien "ritualizadas", para poder hacer de este día un buen día. Así, trata de llenarse de buenas vibras, sonreírle al mundo y a su tratamiento, a su recuperación y a su salud, a pesar de lo mucho que le cueste. Internamente, la Flaca sabe que estas oraciones son un ejemplo más de sus conductas obsesivas y rutinarias, pero aun así las hace esperando que en el algún momento logre sentirse tan iluminada y segura de que su recuperación es necesaria y que debe comprometerse con esta en vías de recuperar su vida y su madurez.

Se toma su pastilla ansiolítica, la Clotiazepam más dos Sertralinas, media hora antes de su desayuno (la primera y más rica de las comidas del día) y luego espera a que su Madre despierte, ojalá lo más a la hora posible, para que le traiga esta primera comida. Su Madre se ve que está agotada. Luego de la hospitalización en la clínica de la Universidad Católica, la cual duró 9 días, ha sido ella quien se ha hecho cargo de los cuidados y comidas que debe consumir la Flaca en pos de recuperar sus huesos, sus músculos, su peso y su vida. Es decir, la Mami se ha vuelto toda una enfermera cuidadora.

La Madre se levanta a duras penas y va a buscar el desayuno. La Flaca se prepara: ordena sus cojines en la cama y los pone como una mesita para recibir ahí la bandeja con la comida. Enciende la tele y pone el Warner Channel, ya que todas las mañanas ve un capítulo de The Big Bang Theory mientras desayuna, aunque de primera deba mamarse un capítulo de Two and a Half Man, el cual no le gusta por ser súper machista y ofensivo. Por suerte solo tiene que ver el final de dicho capítulo.

El desayuno es un yogur con granola (mmmm.... Delicioso), un par de tostadas integrales con quesillo y mermelada cacera de damasco (las cuales junta y se hace un sándwich agridulce que le encanta) y un té con leche (calentito y reconfortante). Es bastante en comparación a lo que comía antes, pero la Flaca, a pesar de lo mucho que le ha costado ir aceptando esta realimentación de su cuerpo, se siente agradecida de poder gozar de una buena comida y una rutina, cosa que antes no tenía ni hacía para nada. Ella goza su desayuno. Le gustaría que incluso aquel el momento se hiciera cada vez más largo, ya que realmente lo disfruta mucho.

Luego viene el vacío. ¿Qué chucha hacer en estas dos horas de espera entre el desayuno y la siguiente comida? ¿Que hacer mientras espera su colación de un vaso de Ensure Advance? (Vale decir, que éste es uno de sus suplementos alimenticios). Aquí es cuando la Flaca lucha por no caer en la fiaca de dormirse y empieza a hacer cosas para sentir que "algo quema" de lo que consumió al desayuno. Se levanta, hace un poco la cama (aunque normalmente "la hace mucho"), ocultándose para que su mamá no logre pillarla en esto. La Flaca no debería hacer la cama, ya que debe guardar el máximo reposo en pos de recuperar peso. Trata de moverse lo que más pueda, de sentir ese movimiento. Luego, va a buscar su ropa al segundo piso (tampoco debería hacer esto). Va al baño, se lava los dientes, intenta hacer del Nº 2 de nuevo. Lo logra. ¡Yess! Vuelve a la pieza, ordena sus cojines, mira por la ventana, respira y trata de avanzar en sus lecturas (ya lleva varias terminadas; hace tiempo que no leía tanto y de tan variados temas). Le empieza a bajar el sueño con la lectura, pero aun así insiste. Cuando ya han pasado unos 30 minutos como mínimo desde que desayuno, se viste y hace un par de ejercicios a escondidas para poder quemar otro poco más lo consumido al desayunó y también para prepararse para su siguiente comida. Esta es una rutina un poco graciosa, ya que se compone de saltos, estirar los brazos, caminar en la pieza enérgicamente de un lado para otro varias veces y hacer un par de piruetas extrañas en la cama. Parece un juego de niñes. Algo ridículo, pero preciso para que no la vayan a pillar. La Flaca igual se cansa. Siente como su corazón se agita. Luego se calma, toma agua y ahora sí puede seguir leyendo, ya más tranquila sabiendo que hizo algo de actividad.

A las 10:45 am llega el Ensure que le trae su Madre. La consciente. Su Madre la regalonea mucho últimamente, le hace muchos cariñitos que a la Flaca le encantan. ¡Por fin puede gozar de la atención, cuidados y regaloneos que tanto extrañaba de su Madre y de su familia! Es como si volviera a hacer una niña pequeña otra vez. ¿Será una segunda oportunidad que le da la vida para poder disfrutar de esto a los 25 años de edad? La Flaca se toma su Ensure y lo disfruta. Si bien en un inicio le costaba tomárselo, ya que al ser un suplemento está cargado con calorías, ahora lo disfruta, le gusta su sabor, su contextura y lo goza, a su manera, pero lo goza. Luego el vacío nuevamente. Dos horas más para la siguiente comida: el almuerzo. ¿Qué hacer? La Flaca se pone a leer otro poco. Le baja sueño. Cambia de actividad. Se pone a pintar mandalas. Se aburre. Se le cansa la mano. Cambia de actividad. Medita un rato. "Ohm" ... ¡Miles de pensamientos y preocupaciones se le pasan por la mente! ¡Puta que es complicado meditar! "Ohm..." Y bueno, ya está. Se siente un poco más iluminada y sigue. Cambia de actividad. Camina un poco por la pieza a modo de quemar lo del Ensure. Se cansa. Cambia de actividad. Ve Netflix un rato. ¡Bien! ¡Al fin son las 12:30 pm! Momento para tomarse su segundo Clotiazepam del día antes de su almuerzo.

Llega el almuerzo. Últimamente está tratando de comer en compañía de su familia. Le gusta comer acompañada y al lado de su Madre y su Padre (sus hermanos están en el colegio durante el día). Aquí la comida puede variar, puede ser arroz con tortilla o un budín de verduras con queso, o tallarines con salsa, en fin, su madre ha estado muy creativa últimamente respecto a las comidas de su hija. Se nota que ella también está disfrutando de este momento en que debe cuidarla y velar por su salud en casa. La Flaca hace un par de oraciones en su mente antes de comer, da las gracias al universo, se ilumina otro poco, y come lo más tranquilamente posible.

Se termina el almuerzo. Viene el vacío. ¿Y ahora qué hago? Se dice a sí misma. Faltan tres horas para la siguiente comida. Para tratar de reposar, aunque sea una hora, pone Netflix y ve un capítulo de alguna serie que pueda ser más o menos largo. Algo que la distraiga por una hora que sea antes de volver a levantarse y hacer un poco de sus "ejercicios ocultos" para quemar parte de las calorías del almuerzo. Pasada la hora de reposo realiza sus ejercicios, ya más suaves porque está más agotada. Luego trata de leer otro poco. Le baja sueño. Dice, ok trataré de dormir un poco, y durante 15 minutos trata de descansar. Pero no puede, su mente aun la controla demasiado y no le permite entregarse completamente a los brazos de Morfeo para tomar una reconfortante siesta post almuerzo. Así que se mete a Instagram. Hace un par de historias, revisa recetas de comidas que "algún día le gustaría tener el valor de probar", habla con sus amigas y amigos un rato por WhatsApp.... Se aburre. Ve Netflix otro poco hasta que al fin son las 16:30 pm, y se toma su tercer Clotiazepam esperando la tercera comida del día y la segunda de sus preferidas: la once. Aquí lo entretenido de la once es que sus hermanos ya están en casa y la Flaca ama comer con ellos porque no deja de asombrarse con lo libres e intuitivos que son para comer. Se sirven como tres panes con queso, palta, jamón, mermelada o lo que sea y son felices. A mí me gustaría poder moverme así por la mesa y la comida, se dice a sí misma mientras goza de esa libertad que no puede alcanzar aún. La Flaca come, por lo general a la once, un par de tostadas de pan blanco con palta y ricota, y un postre de leche (sémola con leche o panacotta o flanes de sabores). Estos últimos le gustan muchísimo. Ella desde siempre ha tenido un diente dulce y ama los postres y se siente agradecida de poder volver, poco a poco, a disfrutarlos.

Termina la once. Otra vez el vacío. Pero esta vez se hace menos extenso. Aquí ya la Flaca se pega más rato a Netflix, o como lo ha estado haciendo más últimamente, teje. A crochet. Teje, teje y teje. Teje bufanda tras bufanda cual Penélope que espera a su Ulises que regrese. Teje y teje. Eso la relaja muchísimo y la sensación de tejer tranquila al atardecer es algo que le agrada de sobre manera.

Por fin son las 20:00 pm y se toma su cuarto Clotiazepam del día. Ya viene la cena. Esta por lo general la come en cama, pero de ser posible trata de poder calzar con su familia para poder comer todes juntes. En serio disfruta mucho de comer en compañía. La cena de la Flaca se compone de básicamente lo mismo que come al almuerzo. Una vez terminada la cena, la Flaca ya está más agotada del día y se deja estar más. Ya no hace tantas actividades físicas, ya no hace sus ejercicios, ya se suelta un poco más. Y la espera es más corta: una hora y media más para su siguiente y ultima colación del día. Se pone pijama, le baja el sueño y espera ya más tranquila. Habla del día con su Padre. Su Madre los acompaña a veces. Hasta que al fin son las 21:30 pm y le toca su última pastilla, esta vez es una Olanzapina, la cual le ayuda a dormir mejor. A las 22:00 pm su madre le trae su última colación: una leche caliente con cascara de naranja para poder dormir más relajada. La Flaca se la toma acostada y al terminarla, lleva la taza a la cocina, se lava los dientes, hace pipí, aunque no tenga ganas (porque si no se levanta a media noche a orinar y ella odia eso porque le quieta horas de sueño), y vuelve a la cama. Hace un par de oraciones de agradecimientos por este día vivido y se acuesta a dormir mirando hacia el lado de su madre de quien tanto goza su compañía en el último tiempo.

¡Ay Flaca Flaquita! Si tan solo tu día no estuviera marcado y regido por lo que vas a comer y cuándo y cómo lo vas a comer. Quizás así los días se te harían más entretenidos. O quizá les podrías hallar un sentido, un sentido a tu vida más allá de cualquier otra banal distracción.

© 2020 Fernanda Cancino Espinosa. Todos los derechos reservados. Foto por Andrés Orosco.
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