Capítulo: La Flaca y el plato de comida

Hay una cosa estética respecto al plato de comida de la Flaca (almuerzo o cena), que la ayuda a poder comer de manera más tranquila. Es como si, de alguna forma, la comida entrara primero por los ojos de la Flaca y luego por la boca. Ahora, tampoco me refiero a que la Flaca pida, de manera exigente, que sus platos de comida sean hermosos y dignos de un gran chef, con una presentación gourmet ni nada. No, cuando hablamos de la parte estética me refiero más a "que tan lleno se ve o no, el plato que le sirven a la Flaca". O sea, podría decirse, que va más por una cosa de distribución de los alimentos puestos en el plato. A ella le relaja de cierta forma que los alimentos en su plato estén lo más compactados posible, para crearse una ilusión de que no es una gran porción y de que puede comer tranquila. Y no solo esto incluye a los alimentos, sino que también a las distintas formas y tamaños de los platos o "recipientes" en donde se sirven estos alimentos, sumando también a este mismo criterio, a los servicios (cuchara, cuchillo, tenedor). Éstos también son elementos que ayudan a la Flaca a poder "entregarse" más a comer ciertos alimentos. Si la sopa o las lentejas vienen en un posillo, en vez de un plato hondo de sopa, eso la relaja más; si el arroz con pollo viene en un plato más pequeño, con todos los alimentos bien compactados en el centro de éste en vez de esparramados por todas partes, también eso la relaja más, y así. Es increíble pensar cómo, aunque se trate de las mismas porciones de alimentos, la Flaca tiene más seguridad de comerlos si vienen "presentados" de una forma o de otra. Es como si una voz dentro de su cabeza le dijera qué es lo que está correcto comer y de qué manera comerlo. Parte de su tratamiento tiene que ver con aceptar comer de todas las formas posibles y no tratar de engañarse a sí misma con ciertas maneras y/o ritos sobre cómo debiera comer sus alimentos.

Lo complejo viene cuando comparte mesa con otras personas. Por lo general, la Flaca se siente más tranquila al comer acompañada de otras personas; compartiendo el momento de comer mientras otros también están comiendo, le da cierta sensación de apoyo y normalidad. Pero cuando alguna de las personas que comparten con ella emite algún comentario sobre el plato de comida de la Flaca, esto puede generarle un gran malestar. Cuando ocurre esto, ella no lo expresa hacia afuera, sino que lo calla, se lo guarda, haciendo que su mente vuele en pensamientos de culpa e inseguridad. Quizá estas personas tengan las mejores intenciones del mundo, pero eso no quita que le afecte a la Flaca, por mucho que ella quisiera que no fuera así.

Y aquí tenemos a la Flaca, sentada a la mesa a la hora de almuerzo, junto a sus padres y a sus abuelos. Su Madre sirve y reparte en platos iguales para todes, pero el de ella es distinto: la forma y tamaño del plato es distinto a los de los demás, y esta vez la comida está esparcida y no tan compactada cómo normalmente lo está. La Flaca respira. Sabe que eso la molesta un poco, pero se arma de valor y se dispone a comer con la mejor disposición posible la deliciosa comida que le ha preparado su Madre. Todo bien hasta que el Tata de la Flaca, un hombre bueno, cariñoso y de campo, emite un comentario con la mejor intención posible, pero que a la Flaca le quiebra todos sus esfuerzos para comer tranquilamente.

"¡Shi! Manso platito que se va a mandar". Fin. Eso sería todo. Solo bastaban esas palabras para que la Flaca comenzara a cuestionar todo lo que iba a comer. Sabe que no puede detenerse, que debe comérselo todo igual (además de que su Madre no le permitiría dejar nada aparte debido al estricto tratamiento de realimentación que está siguiendo), pero una oleada de sensaciones de culpa e inseguridad comienzan a bombardear a la Flaca desde el momento en que escucha esas palabras. Observa su plato. Siente culpa. Trata de no pensar en nada, de recomponerse y comer al ritmo que comen los demás. Empieza a tragar comida. El pensamiento dañino y tortuoso sigue ahí. ¿De verdad es mucho lo que estoy comiendo? ¿Será que ya estoy bien como para comer tanto?, se dice a sí misma, y desea estar mal, volver a estar tan mal como antes para que no le hagan comentarios como ese. La Flaca es muy insegura, y sabe que el deseo de volver a estar mal y en riesgo severo cada vez que alguien le dice o insinua que se le ve mejor, es algo patógeno en ella, no debiera sentirse así, pero aún no logra controlarlo. Sabe que debería agradecer el estar un poco mejor y más sana que antes, pero aún está esa voz dentro de ella que la hace anhelar el estar mal, el verse mal, el hacerse daño, para que los demás no le hagan esos comentarios y puedan, por mucha vergüenza que le de aceptarlo, seguir preocupados y atentos de ella. Sí, es verdad, la Flaca teme que una vez que esté mejor, perderá la atención y el amor de su familia y ya no se preocuparan por ella. Le da vergüenza aceptarlo, se siente pésimo por sentirse así, pero, lamentablemente, es así.

La Flaca come su comida de la mejor manera que puede, luego de aquel comentario. Ama a su Tata muchísimo y no quiere demostrarle lo mal que la hizo sentir con su comentario, así que trata de comer con la mejor energía posible. Pero su mente la tortura. "Estoy comiendo mucho", "estoy llena", "voy a reventar", "¿Cuántas calorías demás estoy consumiendo?", "hoy día me fui al chancho", "debí haber comido otra cosa", estas son algunas de las frases y pensamientos que se le repiten en su mente mientras come. Trata de sobre ponerse. Trata de incluirse en la conversación de la mesa. Trata de ver a su familia comer y distraerse un poco del "tremendo" plato que está comiendo. Trata de disfrutar de su comida a pesar de todo. Trata con todas sus fuerzas que esos pensamientos pasen. Pero una vez que ya se termina su plato, y siente lo satisfecha que ha quedado, le sobreviene la culpa. Cómo pude haber comido tanto, se dice así misma. Se martiriza por no ser capaz de evadir esos comentarios y de que no le importen en lo más mínimo. Se culpa a sí misma. Se castiga por no tener la fuerza mental para que esos comentarios solo pasen y se esfumen. Se regaña por no ser lo suficientemente segura de su proceso, de sí misma, para que esos comentarios le "resbalen".

Pero a pesar de todo eso, se come todo lo de su plato. Lo sufre. Sufre como si fuera una niña chica mañoseando de que no quiere comerse la comida, así lo sufre. Pero aun así se come todo, porque por lo menos hay una cosa de la que está segura, ahora que ha avanzado más en su tratamiento: no quiere volver pasar hambre nunca más en la vida.

© 2020 Fernanda Cancino Espinosa. Todos los derechos reservados. Foto por Andrés Orosco.
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