Capítulo: La Flaca y los Jeans
Hace tiempo que no usaba jeans, se dice a sí misma. Puedo notar cómo me están volviendo a quedar bien, cómo estoy volviendo a encajar en ellos. Ya no necesito de un cinturón, o por lo menos, ya no es lo fundamental para poder sostenerlos. El trasero luce un poco mejor, eso le gusta a la Flaca, pero al mismo tiempo la asusta. Le asusta pero le gusta, aunque, en realidad, más le asusta. Está comenzando a perder todo eso por lo que tanto trabajó: llegar a ser esqueléticamente flaca: pensó que de esa forma los problemas de su vida se resolverían. Ese es un pensamiento muy patógeno, se dice a sí misma. Pero no puede negar de que está ahí, de que aquel pensamiento existe.
Sus doctores le han dejado la tarea a la Flaca de volver a usar más seguido jeans, aunque esté todavía relegada a estar hospitalizada en la casa. Estaba usando principalmente calzas de yoga porque se sentía más cómoda con ellas, pero debido a los leves cambios que ha tenido su cuerpo por el proceso de realimentación en el que se encuentra, estás calzas ya le empiezan a incomodar. Además, le dice a su psicóloga que debido a estos mismos cambios, le aterra volver a usar otro tipo de pantalón, sobre todo sus clásicos jeans apitillados. Lamentablemente al establecer esto, la psicóloga encuentra perfecto el volver a usar jeans algunos días de la semana para ir reacostrumbrandose a su cuerpo y, por sobre todo, a aceptarlo. Por la cresta, dice en su mente la Flaca. Sabe que esto le va a generar más presión y catarsis en los días que se le vienen.
La Flaca está agotada. Está agotada de vivir tantas catarsis en el último tiempo. Su cuerpo está cambiando, y vive de impresionarse y asustarse con cada uno de estos cambios. No solo le aumentan los alimentos a incorporar en su minuta a cada control que asiste, si no que ahora, además, va a tener que poner en práctica el usar ropa que se ciñe de manera más incómoda a su cuerpo: sabe que éstas le apretarán más el abdomen y mostrarán más su trasero. No, no quiere ver ni sentir eso en su cuerpo, aún no. ¿Tendrá que esperar a estar lista o, debe lanzarse y enfrentar su miedo a la cara? Todo esto genera catarsis en ella. Mi cuerpo está volviendo a ser mi cuerpo, se dice mientras se mira en el espejo. Y aunque esto es algo positivo, y una parte de ella está satisfecha o alegre con que ya pueda modelar mejor sus jeans, hay otra parte que está asustada por ver recuperar ese cuerpo que le acarrea un sin número de responsabilidades y situaciones que tiene miedo de volver a enfrentar.
Pero se mira en sus jeans y se agradece, o por lo menos, intenta hacerlo. Se motiva a si misma a poder apreciarse tal cual es. Eso la relaja un poco y acepta, acepta ponerse esos jeans y enfrentar el miedo de volver a ser ella misma.