Capítulo: La Flaca Observa...

La Flaca observa... Observa y observa... Observa como todo el mundo pareciera desenvolverse con total naturalidad e intuición frente a la comida. Siente envidia cada vez que se encuentra presente ante esa desenvoltura. La anhela con deseo, con la necesidad de quien ha llevado mucho tiempo restringiéndose a tal punto que ya es muy difícil volver atrás. El acto humano y vital de alimentarse pasó a ser para ella una herramienta de control y sufrimiento con el fin de alcanzar un objetivo dañino, el cual ella considero, al menos en un inicio, necesario para alcanzar sus metas; para convertirse en la persona que siempre asumió que debía ser.

Sentados a la mesa, la Flaca observa y se maravilla cuando ve a sus hermanos pasar de un alimento a otro, sin mostrar ningún cuidado o interés en las porciones o medidas, sin preocuparse si quiera como luce lo que están comiendo: solo se lo echan a la boca. Grandes mordiscos que hacen que el pan desaparezca en tres mascadas. Fascinante. Realmente fascinante, piensa la Flaca. Ella, por su parte, mide cada porción cuidadosamente, y a modo de poder fingir que está comiendo lo mismo que ellos, come lentamente, tratando de sentir cada sabor, haciéndolo durar; parte su pan a la mitad para auto engañarse y sentir que consumió más de uno, mientras realiza mordiscos pequeños, cuidadosos, y... Nada. Una infinidad de cosas que hace y piensa en aquel momento la Flaca con el fin de poder sentir que no se está restringiendo, que está logrando superar esto, cuando en verdad la restricción está ahí, y aún tiene miedo de lanzarse con todo a su recuperación.

¿Por qué será que me cuesta tanto entregarme por completo a mis deseos e intuiciones? ¿Por qué seré tan cobarde? Se dice a sí misma la Flaca cada vez que siente frustrado su deseo de comer o saciar algún antojo de algo rico que a ella la gusta o que le gustaría probar. Frustración y auto sabotaje. Eso es lo que siente cada vez que, al verse comparada en otros, ve en ella la cárcel que ella misma se ha construido.

Las pocas veces que sale en auto a sus controles con sus médicos tratantes, mira por la ventana del auto hacia afuera y ve a la gente pasar y caminar hablando por teléfono, yendo a sus trabajos o haciendo trámites. Ve sus cuerpos, ve si van comiendo o tomando algo y se compara y dice ¿Por qué yo no puedo hacer eso? Vivir tranquila con mi cuerpo y comer si lo necesito. Tener una vida activa y fructífera. Sentirme bien y completa con lo que sea que esté haciendo. La Flaca sabe que asumir todo eso de las personas que observa en la calle es asumir que tode el mundo es feliz y que nadie tiene problema alguno, cosa que no es real, obviamente. Todes tienes sus problemas. Pero realizar ese malgasto mental sobre que todo está mal en su vida, de cierta manera le hace sentir placer. Un placer muy culposo por lo demás, pero placer en sí. Es como si recién ahí se sintiera merecedora de cuidados y atención. Ella cree que debe sufrir primero antes de "recibir" un "premio", que en este caso sería la comida o los distintos cuidados médicos que le están dando por su complicada condición. Es algo complejo de explicar, ya que es un sentimiento retorcido y muy dañino. Pero está ahí. Existe. Ver o imaginarse a los que la rodean felices y sin problemas la hace sentir lo suficientemente miserable como para dañarse aún más, y cuando siente que ya no puede más de dolor (por no comer y castigarse), recién ahí se siente con el permiso de poder comer y cuidarse según lo necesite. La Flaca sabe que ya no quiere este pensamiento o modus operandi, sabe que ya debe comenzar a pasar de él. Pero por otro lado es casi adictiva la fascinación que siente cuando ve a la gente en la calle y a sus hermanos comiendo libremente y sin preocupaciones, mientras ella es miserable. De alguna manera, es como si sintiera que por el solo hecho de mirar como lo hacen, ella también lo está haciendo, y es libre.

Este pensamiento se retuerce cada vez más y más en su cabeza.

Su mente la engaña haciéndola sentir libre con el solo hecho de observar y anhelar lo que otros pueden y ella no. Aún no.

© 2020 Fernanda Cancino Espinosa. Todos los derechos reservados. Foto por Andrés Orosco.
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