Capítulo: La Flaca y sus escondites: #misionimposible

Ahora que la Flaca ya se encuentra inmersa en su tratamiento, ocurren un sin número de desafíos diarios a los cuales debe enfrentarse para poder sobrevivir a su enfermedad, salir de la zona de riesgo vital y rehabilitar su cuerpo, su biosistema en general.

Y aquí la tenemos. La Flaca recibe el desayuno en la cama de su Madre y se enfrenta a su primer gran desafío del día: poder comer todo el desayuno. Esto puede sonar algo muy sencillo para algunas personas, pero para la Flaca es una gran prueba en la cual debe evitar caer en la tentación maligna de... (redoble de tambores) Esconder Comida. Síp, así como suena, la Flaca aún no es capaz de comerse todo su desayuno, ya que tiene miedo que este, sumado a las otras cosas que debe comer en el resto del día pueda ser demasiado: la Flaca considera que su desayuno es mucho para lo que ella puede o se permite comer; la restricción en sí misma sigue muy latente aún. Es por esto que la Flaca busca cualquier excusa o manera de poder dejar, según sus cálculos mentales, la cantidad de comida necesaria para poder estar dentro del rango de cantidad alimentos que se permite consumir en el día, todo esto, sin considerar las indicaciones de sus doctores. Es así como la Flaca llega a sus... (nuevamente redoble de tambores) Escondites. Sip, la Flaca esconde comida, y de las maneras más extrañas e inimaginables.

Continuemos con el ejemplo del desayuno. Cuando la Flaca lo recibe en las mañanas, espera a que su madre abandone la pieza para poder sacar parte del yogur que le ha servido y dejar afuera una fracción de la porción de quesillo que le corresponde. ¿Cómo hace esto? Comencemos por el yogur. La Flaca saca una cantidad específica de cucharadas de su yogur (por lo general son 5 dependiendo del tipo de yogur que sea) y las deja en toallas novas que ha ido recolectando y escondiendo en los bolsillos de su pijama. Entonces, lo que hace es echar en una toalla nova las 5 cucharadas de yogur, lo envuelve con esta, para luego volver a envolver este mismo con unas dos o tres toallas novas más Esto porque el yogur al ser líquido, se desparrama y moja mucho la primera toalla nova, por lo tanto, hay que envolverlo varias veces. Una vez este está bien envuelto y hecho una bolita, la Flaca debe botarlo a la basura, pero como sabe que debe esperar el momento preciso para hacerlo, lo esconde mientras tanto ¿Y dónde? Buena pregunta, como sabe que ese yogur envuelto es potencialmente explotable, y que además libera un reconocido olor a yogur, la Flaca lo esconde dentro de una de sus pantuflas que tiene al lado de la cama. Lo mete con mucho cuidado hasta la punta de ésta, procurando que no quede a la vista de nadie.

Todo aquel procedimiento lo hace a una velocidad indiscutible, como si se tratara de una misión imposible en donde ella debe salvar al mundo de las garras del subir de peso. Sabe que si su Madre se llegara a enterar de esto se enojaría mucho con ella y quizá la castigue obligándola a comer mucho más de lo que ha botado (o al menos eso se imagina ella).

Este es su primer gran escondite. Ahora, siguiendo con el quesillo, la porción que saca de éste también la envuelve en una de sus toallas novas recolectadas, pero en vez de esconderlo en una pantufla, se lo mete en uno de los bolsillos de su pijama. Esto debido a que gracias a la consistencia que posee el quesillo al envolverse, no es potencialmente esparramable como el yogur, por lo que esconderlo en su bolsillo es más factible. Demás está decir que nuevamente la velocidad con que lo hace es increíble, como si se tratará de una súper ninja realizando uno de sus más virtuosos movimientos.

Todo esto realiza la Flaca para poder esconder parte de su comida y controlar así la cantidad de calorías que los doctores y su Madre tratan de meterle para salvarle la vida. Este último punto de salvarle la vida es algo que a la Flaca le cuesta mucho visualizar aún, sabe que debe cuidarse y sanarse, y lo que es peor aún, quiere hacerlo, pero incluso así, no puede controlar sus deseos de comer menos de lo que le indican y de esconder comida.

Luego de que termina su desayuno, y su Madre le retira la bandeja, la Flaca se dispone a encontrar el momento más oportuno para ir a botar sus tesoros escondidos. La táctica aquí es evitar que se vean, o se noten, dentro del basurero el yogur y el quesillo. Así que apenas la Flaca ve que tiene un buen momento para hacerlo, corre a sacar el yogur de su escondite y se dirige al baño de su Madre (o al baño del segundo piso, según lo amerite la situación), y envuelve con papel higiénico ambas bolitas de toalla nova y las bota en el basurero. Luego, solo para evitar dejar algunos cabos sueltos, tira unos cuantos trozos más de papel higiénico dentro del basurero para que caigan encima de las bolitas, evitando así que estas se vean sospechosas.

Y así es como la Flaca realiza sus grandes hazañas de esconder comida y botarla. Estas no solo ocurren con el desayuno, también durante las otras comidas del día es posible que saque un poco de cada una de sus porciones de arroz, o leche, pescado, pan, sopa, etc., realizando el mismo procedimiento. Muchas veces sus lugares de escondites varían. A veces, en vez de utilizar la pantufla, utiliza el cojín de su respaldo, dejando detrás de él su porción de comida escondida. Otras veces los hecha en los envases vacíos de pañuelos desechables, los que luego envuelve para ir a botarlos en el basurero del escritorio de su Padre (esto cuando se trata de alimentos más líquidos). Y más impactante aún, cuando se ha visto presionada porque su Madre la pueda pillar, o cuando justo anda con un pantalón o chaleco sin bolsillos, se mete su bolita de toalla nova con comida adentro del pantalón, en la zona del pubis, lugar en el que sabe que su Madre nunca buscaría en caso de sospechar que la Flaca esté escondiendo comida. Este último es el más incómodo de todos sus escondites, pero ciertamente es el más efectivo, ya que puede moverse con el sin que se note (o por lo menos no tanto) hasta llegar a algunos de los baños, fingiendo ir a hacer pipí, para luego sacárselo y realizar el mismo procedimiento de envolverlo con papel higiénico anteriormente descrito.

Realmente son misiones de sobrevivencia donde la Flaca se debate entre la vida y la muerte. Pero quizá esta visión de sobrevivencia que posea la Flaca no esté bien direccionada, ya que, para ella sobrevivir es comer menos y botar las comidas que esconde, cuando todo el resto que la observa desde fuera, sabe que sobrevivir para ella, en este momento, es poder re nutrirse y alimentarse de la mejor manera posible para sanar su cuerpo y sus órganos y, por qué no, su mente.

La Flaca, de manera externa, entiende esto último, pero aun así no puede evitar la tentación de sacar comida de su plato y esconderla para luego botarla. Y la verdad es que este acto de botar comida no le gusta para nada, se siente mal haciéndolo, se siente culpable, se siente una mentirosa, una hipócrita, sabe que no quiere hacerlo, pero lo hace de todas formas. Son esas dos formas de vida que existen en ella y que se debaten constantemente en una lucha interminable. Una de ellas quiere salvarse y la otra no, y para estos casos, es ésta última la que domina sus acciones.

Pero en el fondo la Flaca no quiere hacerlo, realmente no quiere hacerlo, pero, aun así, no puede dejar de hacerlo. No puede.


© 2020 Fernanda Cancino Espinosa. Todos los derechos reservados. Foto por Andrés Orosco.
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