Capítulo: Una nueva aventura de la Flaca

"Ya Flaca, pasa toás las cosas". La Flaca siente un pinchazo en su espalda. "Suelta la mochila". La Flaca no puede ver su cara. Siente como tironean de su mochila. Vagamente se da vuelta y se encuentra con unos ojos rojizos, una piel maltratada, unas vestimentas sucias y un cabello despeinado. "¡Pasa la Mochila Flaca!". El asaltante vuelve a tocar a la Flaca con algo que ella siente punzante. ¿Es un cuchillo? Piensa ella mientras no entiende del todo lo que está pasando. De manera automática, y sin hacer mucho contacto visual con el asaltante, la Flaca se saca su mochila y se la pasa al hombre. Él la toma con brutalidad. "Ya y el celular también. Pásalo". Sin pensarlo dos veces y sin ocurrírsele ninguna manera de engañar al tipo para que no se lleve su celular, la Flaca saca este y se lo entrega. El asaltante lo toma y como si no hubiera pasado nada se va calle adentro con una bella mochila de flores de la cual colgaba una pañoleta verde feminista pro aborto. La Flaca queda en blanco. ¿Realmente pasó lo que acaba de pasar? ¿Qué tan grande es la perdida que acabo de tener? ¿Debería seguir esperando la micro para ir al casting? La Flaca se pregunta mientras aún no entiende qué debe hacer.

Otro hombre se le acerca. "¿Te acaban de asaltar?", "Sí", responde la Flaca. "¿Y tenías muchas cosas importantes?", "No, no, solo comida, unos remedios...", su voz se hizo pequeña. "Pucha, ¿Pero tú estás bien?". La Flaca asiente. El hombre se aleja en silencio. La Flaca se queda pegada unos instantes más sin saber bien qué hacer. ¿Debería seguir esperando la micro para ir al casting? Se vuelve a preguntar. ¿Debería seguir intentando ir a un casting sin mi celular, sin mis pastillas y sin mi colación de media mañana? ¡¿Qué me quiere decir el universo con esto?! ¿Debería volver a mi casa? Después de no mucha más meditación, la Flaca sale de la sombra del paradero en la cual se hallaba oculta, ya que sentía vergüenza con todo lo ocurrido, vergüenza de que alguien más la haya visto, y se dispone a volver a su hogar. Es la mejor decisión. De nada le sirve seguir sola por las calles sin todas sus cosas y no va a sacar mucho más intentando ir a un casting que en su corazón, desde antes, algo ya le decía que no valía mucho la pena.

Mientras va subiendo la cuesta en subida que va hacia su casa (vive casi que a los pies de un cerro, donde no llegan tantas micros como quisiera), un sentimiento de satisfacción un tanto dañino se apodera de ella: el tipo le dijo "flaca". La llamó "flaca", ¿Saben lo que eso quiere decir? Qué alguien completamente extraño la reconoció como una mujer delgada, como la flaca. Quizá después de todo lo acontecido este pensamiento en particular no sea el más coherente de tener, pero se aparece por la mente de la Flaca generándole un cierto sentimiento de placer al recordar esas palabras. Pero otra parte de ella piensa ¿Cómo chucha vas a estar pensando en esa mierda cuando te acaban de robar tus cosas? ¿Cómo vas a sentir cierta sensación de agradecimiento frente al tipo ese que te forcejeo, te amenazo y te asaltó, solo por el hecho de que te halla llamado "flaca"? Un pensamiento un tanto retorcido la verdad. Mientras sigue caminando cuesta arriba, la Flaca piensa un poco más en esto y luego lo deja ir. Ahora le vuelve la vergüenza. ¿Cómo pude ser tan imbécil? La Flaca recuerda su pensamiento previo al asalto, cuando estaba llegando al paradero. Pensó: "Está a todo sol este paradero. Mi mamá en este momento me diría que me ponga a la sombra. ¡Ah! ¿Pero qué tal? Detrás del paradero se hace sombra. Ok, le haré el quite al sol, buscaré la sombra y me pondré detrás. ¡Ah, sí! Aquí está muy bien, mucho mejor, sí... Y ahí justo la asaltaron. Por dos segundos, la Flaca se echa la culpa por todo lo ocurrido. Pero rápidamente cae en la cuenta de que fue enseñanza de su madre, y de su abuela, el entregar todas las cosas, sin oponer ninguna resistencia, en situaciones como esta, ya que lo más importante es una y luego vienen las cosas materiales y el dinero. Así que la Flaca resuelve que finalmente su actuar, en base a lo que ha aprendido en su vida, fue certero y lo mejor que pudo haber hecho en una situación así. Su madre no tiene culpa de nada ni su abuela ni ella misma, son cosas que pasan, fue solo un susto y un mal momento.

Ahora le regresa nuevamente la vergüenza. No sabe bien cómo reaccionar. Esta seria. Sube decidida la cuesta a su casa, pero no sabe si gritar o reírse o llorar. Debería llorar, más que mal fue un hecho traumático. Pero no, no hay llanto. Ni una sola lágrima, ni si quiera las ganas de tener alguna, ni si quiera un atisbo de alguna acercándose. Nada. La Flaca siempre pensó que, cuando le fuera a pasar algo así, ella tendría que llorar. Es obvio, ¿o no? Siendo ella una persona muy sensible, evidentemente si la asaltan tiene que llorar, es casi la respuesta natural a sus problemas. Pero no, no hay ninguna lágrima derramada por todo lo ocurrido. Sí, por el otro lado, siente un poco de rabia, no digamos qué bruto que mucha rabia tiene, pero siente un poco de rabia. Iba en busca de una oportunidad de trabajo para poder tener la posibilidad de conseguir más cosas, y en cambio, terminó teniendo menos. Lamenta haber perdido sus tabacos armados, sus papelillos y sus filtros. ¡Qué bien me vendría fumarme un tabaquito llegando a la casa después de esto! Pero ¡Oh, no! Sus tabacos, papelillos y filtros estaban en su mochila. La han privado de su vicio literatico. Esto porque el compartir melancólicamente un tabaquito la hace sentir una agradable sensación literaria en su corazón, como si fuera una poética escritora o algún personaje de algún libro de novela. Maldito hijo de la gran yuta. Le ha quitado sus drogas, sus libros, sus maquillajes. ¿Cómo va a prepararse para los castings ahora si no tiene maquillaje? Ciertamente no le gusta verse la cara de poto para ir a este tipo de cosas. La Flaca, ya llegando a su hogar, siente rabia contra ese hombre machito que se aprovechó de su "debilidad" y la vio como una flaca lo suficientemente polla como para ser presa fácil de un robo. Esto es culpa del patriarcado, se dice a sí misma. Ese hombre abuso de su poder como macho tomando ventaja del miedo que provoca su persona en mujeres jóvenes que, sometidas por la cultura general de cómo se debe actuar en esos momentos, por miedo no se atreverían a contrariarle solo con el fin de no salir heridas y abusadas.

Todo esto es culpa del hombre, de su patriarcado de mierda, de los machitos hijos de la yuta. La Flaca ahora siente culpa por haber sentido placer, minutos atrás, por el hecho de que ese hombre la haya llamado "flaca". ¡Cómo puede ser tan tonta de preocuparse por eso cuando hay cosas más importantes de por medio! ¡El loco era un hombre amachado que abuso de su poder por sobre el género femenino robándole todas sus pertenencias! ¡Incluido su intelectual tabaco! ¡La mierda!

La Flaca llega a su casa, abre la puerta, la casa está en silencio. Sus hermanos aún duermen. 

© 2020 Fernanda Cancino Espinosa. Todos los derechos reservados. Foto por Andrés Orosco.
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